Mateo 28:11: Un Encuentro Transformador
En el corazón del relato de la resurrección de Jesús, encontramos un pasaje singular que nos invita a reflexionar profundamente sobre la naturaleza de la fe y la importancia de la experiencia personal. Mateo 28:11, "Y ellas, al oír, huyeron del sepulcro con temor y gran gozo, y fueron a dar prisa a sus discípulos", nos presenta un momento de transición, donde el miedo y la alegría se entrelazan en una danza de emociones que redefinen la vida de estas mujeres. No solo se trata de una escena llena de simbolismo, sino que también nos ofrece una valiosa enseñanza para nuestra propia vida espiritual.
Las mujeres, testigos privilegiadas de la resurrección, se encuentran con un vacío que genera tanto temor como alegría. El temor surge ante la magnitud del evento, la presencia de un ángel que les transmite un mensaje extraordinario y la incertidumbre sobre lo que el futuro les depara. Sin embargo, la alegría se apodera de ellas al comprender que Jesús ha resucitado, que ha vencido la muerte y que ha dado un paso trascendental hacia la vida eterna. Este encuentro transformador las impulsa a correr hacia los discípulos, llevando consigo la noticia que cambiará para siempre el curso de la historia.
El Temor y la Alegría: Dos Caras de una Misma Moneda
El Temor: Un Reflejo de la Humanidad
El miedo es una emoción natural que nos acompaña en momentos de incertidumbre o peligro. En Mateo 28:11, las mujeres experimentan un temor profundo ante la presencia del ángel, que las llena de asombro y les recuerda la fragilidad de la vida humana. Sin embargo, este temor no las paraliza, sino que las impulsa a buscar protección y orientación. La fe, aunque frágil, se fortalece en medio de la incertidumbre. El temor nos recuerda que somos seres finitos, que necesitamos la ayuda de Dios para superar los desafíos de la vida.
Podemos relacionar este miedo con la propia experiencia de la humanidad. A menudo nos encontramos con situaciones que nos generan temor, como la enfermedad, la pérdida o la incertidumbre del futuro. Sin embargo, la fe nos enseña a confiar en Dios, a buscar su protección y guía en medio de la tormenta. Como las mujeres ante el sepulcro vacío, podemos encontrar consuelo y fortaleza en la certeza de que Dios está con nosotros, incluso en los momentos más difíciles.
La Alegría: Un Testimonio de la Resurrección
La alegría que invade a las mujeres tras la resurrección de Jesús es una alegría profunda, que nace de la certeza de que la muerte no es el final, sino una puerta hacia la vida eterna. La resurrección de Jesús es un testimonio de la victoria del amor sobre la muerte, del bien sobre el mal, de la esperanza sobre la desesperación. Esta alegría es contagiosa, se transmite a los discípulos y se convierte en el motor de la evangelización.
La alegría que experimentamos al encontrar a Jesús en nuestra vida es una alegría que nos llena de paz, de esperanza y de propósito. Nos da la fuerza para vencer las dificultades, para amar al prójimo y para compartir con el mundo la buena noticia de la salvación. La alegría es un testimonio de la presencia de Dios en nuestra vida, una luz que nos guía en medio de la oscuridad.
El Mensaje de Mateo 28:11: Un Llamado a la Acción
Mateo 28:11 no solo nos narra un encuentro trascendental, sino que nos invita a la acción. Las mujeres, llenas de temor y alegría, corren a dar prisa a los discípulos, a compartir la noticia que cambiará sus vidas. Este mensaje nos recuerda que la fe no es pasiva, sino activa. Es un llamado a compartir la buena noticia, a ser luz en el mundo, a ser testigos de la resurrección de Jesús.
En nuestro propio caminar, podemos encontrar inspiración en la valentía de las mujeres. Podemos compartir nuestra fe con los demás, ser portadores de luz y esperanza, y dar testimonio del amor de Dios. Al igual que las mujeres, podemos usar nuestra experiencia personal para inspirar a otros, para llevarles la buena noticia y para mostrarles que la fe en Jesús es un camino de vida, de esperanza y de amor.
Conclusión: La Resurrección, un Camino de Esperanza
Mateo 28:11 nos recuerda que la fe es un viaje, que no está exento de desafíos y que requiere valentía y compromiso. La resurrección de Jesús es una promesa de vida eterna, un testimonio de la victoria del amor sobre la muerte. Al igual que las mujeres del sepulcro, podemos encontrar en la fe un camino de esperanza, un camino de alegría y un camino de amor que nos lleva a la vida eterna.
Preguntas Frecuentes sobre Mateo 28:11
¿Qué dice Mateo 28:11?
Mientras ellas iban de camino, he aquí que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, le abrazaron los pies y le adoraron.
¿Quiénes son las "ellas" mencionadas en Mateo 28:11?
Las "ellas" son las mujeres que habían ido al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús.
¿Qué hizo Jesús al encontrarse con las mujeres?
Jesús les saludó diciendo "¡Salve!" y ellas se acercaron, lo abrazaron y lo adoraron.