San Juan 7:5: Un llamado a la fe y a la acción

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En el corazón del Evangelio de San Juan, encontramos un pasaje que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la fe y la importancia de compartir la luz de Cristo con el mundo. En el versículo 7:5, leemos:

"Entonces sus hermanos le dijeron: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces."

Este pasaje, aparentemente sencillo, encierra una profunda complejidad. Los hermanos de Jesús, aún sin comprender plenamente la naturaleza de su misión, le sugieren que se dirija a Judea para que sus discípulos sean testigos de sus milagros. Su intención, aunque bien intencionada, revela una falta de fe profunda. No entienden que el verdadero poder de Jesús no radica únicamente en sus obras visibles, sino en su palabra, en su enseñanza, en la transformación que opera en los corazones de quienes lo siguen.

La Fe Más Allá de lo Visible

La fe en Jesús, más que un simple asentimiento a sus actos, es un acto de confianza profunda en su persona. Es creer en él como el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, aún cuando las pruebas de la vida nos pongan a prueba. Es confiar en su palabra, incluso cuando las circunstancias parecen adversas. Un ejemplo claro de esto lo encontramos en la historia de la mujer samaritana en el pozo (Juan 4:4-42). Ella, al escuchar las palabras de Jesús, comprendió que él era el Mesías, aún sin haber presenciado ningún milagro. Su fe se basó en la palabra de Jesús, en su mensaje de vida, en su amor.

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¿Qué nos enseña San Juan 7:5?

Este versículo nos enseña que la fe no se limita a la experiencia sensorial, sino que implica un compromiso profundo con la verdad de Cristo. Es importante recordar que las obras de Jesús no eran un espectáculo, sino un testimonio de su amor y de su poder para transformar vidas. Él no buscaba seguidores por la fuerza de los milagros, sino por el poder de su palabra y la convicción que nacía de su presencia. Su objetivo era que sus discípulos, y todos aquellos que lo encontraran, experimentaran un cambio radical en sus corazones, un cambio que solo podía venir de Dios.

Compartiendo la Luz de Cristo

El llamado de los hermanos de Jesús a que se fuera a Judea es un reflejo de nuestro propio llamado a compartir la luz de Cristo con el mundo. No basta con creer en Jesús; debemos también compartir nuestra fe, dar testimonio de su amor y de su poder. En el mundo actual, marcado por la confusión y la incertidumbre, es crucial ser portadores de esperanza, de paz y de amor. La fe no es un tesoro que se guarda, sino una luz que se comparte.

¿Cómo podemos compartir la luz de Cristo?

Podemos compartir la luz de Cristo de muchas maneras, desde la simple sonrisa hasta la acción caritativa, desde la conversación informal hasta el testimonio valiente. Podemos hacerlo a través de nuestras palabras, nuestras acciones, incluso nuestra presencia. Lo importante es que seamos conscientes de nuestro llamado a ser luz en el mundo, a ser portadores de la esperanza de Cristo en un mundo que necesita tanto su amor.

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En el versículo 7:5, encontramos una invitación a reflexionar sobre la naturaleza de la fe y la importancia de compartirla con el mundo. La fe no es un concepto abstracto, sino una fuerza transformadora que nace del encuentro con Cristo y que se comparte a través de nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra propia vida.

Preguntas frecuentes sobre San Juan 7:5

¿Qué dice San Juan 7:5?

Los hermanos de Jesús le dijeron: "Sal de aquí, y vete a Judea para que también Tus discípulos vean las obras que Tú haces.

¿Por qué le dijeron eso a Jesús?

Los hermanos de Jesús le sugirieron que fuera a Judea para que sus discípulos vieran sus obras. Es posible que pensaran que esto le ayudaría a ganar más seguidores.

¿Por qué Jesús no fue a Judea en ese momento?

Jesús aún no había llegado el momento de su muerte y resurrección. Sabía que si iba a Judea, sus enemigos lo intentarían matar.

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