El poder espiritual: No tenemos lucha contra carne ni sangre
No Tenemos Lucha Contra Carne Ni Sangre
Hoy quiero abordar un tema muy importante en nuestra vida espiritual, aquel que nos recuerda que no tenemos lucha contra carne ni sangre. Como creyentes, es fundamental comprender esta verdad y vivirla en nuestro día a día.
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En la carta a los Efesios, el apóstol Pablo nos exhorta a poner en práctica esta enseñanza. En el capítulo 6, versículo 12, leemos: "Porque no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales".
Este versículo nos revela que nuestra verdadera batalla no es física ni terrenal. No se trata de luchar contra personas, sino de enfrentarnos a un enemigo espiritual. Es vital entender esto para no caer en las trampas del enemigo y para poder luchar victoriosamente en nuestra vida cristiana.
¿Cómo podemos aplicar esta enseñanza en nuestra vida?
Primero, es fundamental reconocer que estamos en una guerra espiritual. No podemos ser ingenuos o indiferentes ante la realidad de un enemigo que busca destruirnos. La Biblia nos advierte claramente sobre esto y nos llama a estar alerta.
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En segundo lugar, debemos armarnos con las armas adecuadas. El apóstol Pablo nos habla de la "armadura de Dios" en los versículos 13 al 18 de este mismo capítulo. Esta armadura nos ayuda a resistir al enemigo y mantenernos firmes en la fe.
Algunas de las piezas de la armadura son:
- El cinturón de la verdad: debemos estar fundamentados en la verdad de la Palabra de Dios.
- La coraza de justicia: vivir en obediencia y rectitud, confiando en la justicia de Cristo.
- El calzado del evangelio de la paz: estar dispuestos a compartir el mensaje de salvación.
- El escudo de la fe: confiar en Dios y su poder para protegernos.
- El casco de la salvación: tener la seguridad de nuestra salvación en Cristo.
- La espada del Espíritu: utilizar la Palabra de Dios como nuestra arma.
- La oración: mantener una vida de comunión constante con Dios.
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Estas son solo algunas de las estrategias que podemos emplear para enfrentar al enemigo y obtener la victoria en nuestra vida espiritual. No debemos subestimar el poder de estas armas y la importancia de utilizarlas correctamente.
Recordemos siempre que no tenemos lucha contra carne ni sangre, sino contra un enemigo espiritual. No permitamos que las circunstancias o las personas nos desvíen de nuestro propósito y nuestra fe.
Mantengámonos firmes en la Palabra de Dios, utilizando la armadura espiritual que nos ha sido provista. Oremos sin cesar y confiemos en el poder de Dios para vencer al enemigo en todo momento.
Recuerda, en Dios tenemos la fortaleza y la victoria asegurada. No importa cuán intenso sea el combate espiritual, si permanecemos en su presencia y confiamos en su poder, seremos más que vencedores.
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