No es del que quiere ni del que corre: Desentrañando el Misterio de la Salvación
La frase "no es del que quiere ni del que corre, sino del que tiene misericordia" (Romanos 9:16) ha resonado a través de los siglos, desafiando nuestra comprensión de la salvación. Esta aparente contradicción con el esfuerzo humano que normalmente asociamos con el logro, nos invita a explorar un plano de gracia más profundo.
La idea de que la salvación no depende del esfuerzo personal puede parecer desconcertante. Después de todo, ¿no se nos enseña que debemos esforzarnos por vivir una vida justa y agradable a Dios? Sin embargo, la Biblia nos revela que la salvación es un regalo, un acto de gracia divina que no podemos merecer.
La Soberanía de Dios en la Salvación
En Romanos 9, Pablo explora la elección soberana de Dios. Él explica que Dios, en su infinita sabiduría, elige a quién salvar. No está limitada por nuestras buenas obras o nuestros esfuerzos. Al contrario, Dios, en su perfecto conocimiento, ve el corazón de cada persona y elige a aquellos que serán redimidos.
La analogía de la vasija de barro sirve para ilustrar este concepto. Dios, como el alfarero, tiene el poder absoluto sobre la arcilla, moldeándola como él desea. "Mas dirá también: '¿Por qué, pues, me ha hecho así?'" (Romanos 9:20). El alfarero, en este caso Dios, no está obligado a justificar sus decisiones ante la creación. Él es soberano y actúa según su propia voluntad.
El Papel del Hombre en la Salvación
Si la salvación es un regalo de Dios, ¿qué papel juega el hombre? Si bien no podemos ganar nuestra salvación, sí tenemos un papel fundamental en el proceso. La Biblia nos enseña que debemos arrepentirnos de nuestros pecados y creer en Jesús como nuestro Salvador.
"Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8-9). La gracia de Dios nos da la oportunidad de arrepentirnos y creer, pero la aceptación de ese regalo es nuestra decisión.
La Misericordia, el Factor Determinante
La frase "no es del que quiere ni del que corre, sino del que tiene misericordia" nos lleva a la esencia de la gracia. La misericordia de Dios no se basa en nuestros méritos, sino en su inmensa compasión y amor.
Es como un padre que ama a su hijo sin importar sus errores. Él lo perdona, lo restaura y lo llena de su gracia. La misericordia de Dios, al igual que el amor de un padre, es incondicional e inmerecida.
Conclusión: Reconciliación y Esperanza
La verdad de que la salvación no es del que quiere ni del que corre, sino del que tiene misericordia, nos llena de esperanza. No importa nuestro pasado, nuestros errores o nuestras limitaciones. Dios nos ofrece su gracia y su amor de manera gratuita.
La clave está en reconocer nuestra necesidad de su perdón y en confiar en su obra redentora. Al abrir nuestros corazones a su misericordia, encontramos la verdadera paz y la reconciliación con Dios.
Preguntas Frecuentes sobre "No es del que quiere ni del que corre"
¿De dónde proviene la frase "No es del que quiere ni del que corre, sino del que Dios tiene misericordia"?
Esta frase proviene de Romanos 9:16, que dice: "Así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia".
¿Qué significa la frase "No es del que quiere ni del que corre, sino del que Dios tiene misericordia"?
Esta frase significa que la salvación no se obtiene por el esfuerzo humano, sino por la gracia de Dios. Dios elige a quienes él quiere salvar, independientemente de sus méritos o esfuerzos.
¿Esta frase significa que no deberíamos esforzarnos por ser salvos?
No. La frase no significa que no deberíamos esforzarnos por ser salvos. Más bien, significa que la salvación es un regalo de Dios, y no algo que podamos ganar por nuestros propios méritos. Debemos esforzarnos por seguir a Dios porque lo amamos, no porque estemos tratando de ganar su favor.
¿Cómo puedo saber si Dios me ha tenido misericordia?
La Biblia dice que Dios tiene misericordia de todos aquellos que se arrepienten de sus pecados y ponen su fe en Jesucristo. Si has hecho esto, puedes estar seguro de que Dios te ha tenido misericordia.