Esperando la Promesa: Una Lección en Hechos 1:4-5
El Mandato de Jesús a sus Discípulos
En el libro de Hechos, capítulo 1, versículos 4-5, encontramos un momento crucial en la historia de la Iglesia primitiva. Jesús, habiendo resucitado de entre los muertos, se aparece a sus discípulos durante cuarenta días, hablándoles del reino de Dios. Pero antes de ascender al cielo, les da una instrucción fundamental: "No se aparten de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oyeron de mí" (Hechos 1:4).
Esta instrucción no era una sugerencia, sino un mandato. Jesús, el líder de la Iglesia, les estaba diciendo a sus seguidores que no se dispersaran, sino que se mantuvieran unidos en Jerusalén, esperando la promesa del Padre. ¿Qué era esta promesa? La venida del Espíritu Santo, el poder que les permitiría ser testigos de Jesús hasta los confines de la tierra.
La Importancia de la Unidad
El mandato de Jesús de esperar juntos la promesa del Padre destaca la importancia de la unidad en la Iglesia. La unidad es la fuerza que les permitiría a los discípulos enfrentar los desafíos que se avecinaban. En la unidad, encontrarían fortaleza, apoyo y sabiduría.
Imagine una orquesta. Cada músico tiene un papel importante, pero es la armonía de todos ellos tocando juntos lo que crea una obra maestra. Del mismo modo, la Iglesia debe trabajar en unidad para cumplir su misión. La diversidad de dones, talentos y perspectivas se complementan para crear una comunidad vibrante y poderosa.
La Promesa del Padre: El Espíritu Santo
La promesa del Padre, el Espíritu Santo, es el poder que transforma la vida de los creyentes. Es el aliento de Dios que los llena de su gracia, sabiduría y poder. El Espíritu Santo les permite hablar en otros idiomas, realizar milagros y ser testigos valientes de Jesús.
El Espíritu Santo: Un Regalo para Todos
La promesa del Padre no es solo para un grupo selecto de personas. El Espíritu Santo es un regalo disponible para todos los que creen en Jesús. El Espíritu Santo es un compañero constante, un guía, un consolador y un defensor.
Piense en un amigo cercano que siempre está ahí para usted, sin importar lo que pase. El Espíritu Santo es como ese amigo, siempre a su lado, brindándole apoyo, sabiduría y fuerza.
Esperando la Promesa: Una Actitud de Fe
Esperar la promesa del Padre no es solo una cuestión de esperar pasivamente, sino de tener una actitud de fe y esperanza. La espera no es un tiempo de inactividad, sino un tiempo para crecer en la fe, fortalecer las relaciones con Dios y prepararse para el ministerio.
La Esperanza: Un Ancla para el Alma
La esperanza es un ancla para el alma. En medio de las pruebas y las dificultades, la esperanza nos mantiene conectados a Dios y nos recuerda que él tiene un plan para nuestras vidas. La esperanza nos da la fuerza para perseverar y nos permite ver más allá de las circunstancias actuales.
La instrucción de Jesús a sus discípulos en Hechos 1:4-5 es un llamado a la unidad, la espera y la fe. La promesa del Padre, el Espíritu Santo, es un regalo invaluable que transforma la vida de los creyentes y los empodera para ser testigos de Jesús en el mundo. Que nosotros, como la Iglesia de hoy, sigamos el ejemplo de los primeros cristianos y esperemos con fe la promesa del Padre, sabiendo que él nos dará la fuerza y la sabiduría para cumplir su voluntad.
Preguntas Frecuentes: Hechos 1:4-5
¿Qué les mandó Jesús a sus discípulos después de su ascensión?
Que no se fueran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre.
¿Cuál es la promesa del Padre?
Jesús les había dicho a sus discípulos que la promesa del Padre era el Espíritu Santo.
¿Dónde debían esperar los discípulos la promesa del Padre?
En Jerusalén.
¿Qué debía hacer los discípulos mientras esperaban la promesa del Padre?
Esperar.