El Reino Inconmovible y la Gratitud Agradecida
En el capítulo 12 de la carta a los Hebreos, el autor nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestro reino y la respuesta que debemos tener ante tal realidad. En el verso 28 encontramos una poderosa exhortación: "Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia". Este verso nos presenta una profunda verdad: la posesión de un reino que no puede ser sacudido, un reino eterno y seguro, debe despertar en nosotros un corazón lleno de gratitud, que se traduce en un servicio a Dios con reverencia y temor.
¿Qué es un Reino Inconmovible?
La carta a los Hebreos nos habla de un reino que no puede ser sacudido. ¿Qué significa esto? Se refiere al reino de Dios, un reino eterno e inmutable, que no depende de las circunstancias del mundo, ni de las debilidades humanas. Es un reino que no se basa en lo tangible, sino en lo espiritual, un reino de justicia, paz y amor, que se extiende más allá de las fronteras de este mundo.
Este reino no es un reino en el futuro, sino un reino presente, que ya nos ha sido dado por gracia. Es un reino que podemos experimentar aquí y ahora, aunque las circunstancias externas sean difíciles. Es un reino que nos da seguridad y esperanza, un reino que nos libera de la esclavitud del pecado y nos da la posibilidad de vivir en libertad y en comunión con Dios.
La Gratitud como Resultado del Reino Inconmovible
La posesión de este reino debe despertar en nosotros un corazón lleno de gratitud. La gratitud no es una simple emoción, sino una respuesta consciente a la bondad de Dios. Es reconocer que no merecemos este regalo, pero Dios, en su inmensa misericordia, nos lo ha dado. La gratitud se expresa en nuestra vida diaria, en nuestra manera de pensar, actuar y relacionarnos con los demás.
La gratitud es un antídoto contra la queja, el resentimiento y la amargura. Cuando estamos agradecidos, nuestro enfoque cambia de lo que nos falta a lo que tenemos. Esto nos permite vivir con mayor paz y alegría, incluso en medio de las dificultades.
Servicio Aceptable: Un Corazón Agradecido en Acción
La "gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable", es la expresión práctica de nuestro agradecimiento. El servicio aceptable no se refiere a un ritual o un conjunto de reglas, sino a un corazón transformado por la gratitud. Es un servicio que nace del amor y la obediencia, que busca la gloria de Dios y el bienestar del prójimo.
Este servicio se caracteriza por el temor y la reverencia. El temor no es miedo, sino un profundo respeto y asombro por la majestad de Dios. La reverencia es un reconocimiento de nuestra dependencia de Dios y nuestra necesidad de su sabiduría y guía.
Hebreos 12:28-29: Un Llamado a la Acción
El verso 28 no está aislado, se conecta con el verso 29: "Así que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia". Estos versos nos presentan un llamado a la acción:
- Tomar el reino inmóvil: Recibir y abrazar la realidad de este reino, permitir que transforme nuestra perspectiva y nos llene de esperanza.
- Retener la gracia: Cultivar la gratitud, vivir en constante dependencia de la gracia de Dios y permitir que nos guíe en nuestra vida diaria.
- Servir a Dios agradándole: Buscar la voluntad de Dios en todo lo que hacemos, y realizarlo con un corazón lleno de amor y reverencia.
Aceptar el reino inconmovible y vivir en gratitud es un camino de transformación. Es un camino que nos lleva a un servicio aceptable, que agrada a Dios y trae bendición a nuestra vida y a la de los demás. Es un camino que vale la pena recorrer.
Preguntas frecuentes sobre Hebreos 12:28
¿Qué significa "un reino que no puede ser movido"?
Se refiere al reino de Dios, que es eterno e inmutable.
¿Qué es la gracia que debemos tener?
La gracia es la misericordia y el favor inmerecido de Dios, que nos permite servirle.
¿Cómo podemos servir a Dios aceptablemente?
Con temor y reverencia, lo que significa tener un profundo respeto y reverencia hacia Él.
¿Por qué debemos servir a Dios con temor y reverencia?
Porque Él es digno de nuestro temor y reverencia, y porque Él nos ha dado un reino que no puede ser movido.