La Justicia de Dios: Un Regalo de Gracia
En el corazón de la carta a los Filipenses, encontramos un pasaje que ha resonado a través de los siglos, ofreciendo esperanza y dirección a creyentes de todas las épocas. En Filipenses 3:9, el apóstol Pablo declara con pasión: "Y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es de la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe". Estas palabras nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza de la justicia y la manera en que podemos obtenerla.
A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado alcanzar la justicia propia. Hemos intentado cumplir con un conjunto de reglas y normas, creyendo que así podríamos ganarnos el favor de Dios. Pero Pablo nos recuerda que la justicia por la ley es imposible de alcanzar. La ley nos muestra nuestra propia incapacidad para ser perfectos y nos condena a la culpa y al fracaso.
La Justicia de Dios: Un Regalo Inmerecido
Superando la Ley
La frase "no teniendo mi propia justicia" es crucial. Pablo, un hombre que había vivido bajo la ley y había buscado la justicia por sus propios esfuerzos, reconoce la inutilidad de este camino. En su búsqueda de la justicia, se encontró limitado por su propia naturaleza pecaminosa y la incapacidad de cumplir con los requisitos de la ley. Él había llegado a la conclusión de que la justicia verdadera no se lograría por sus propios méritos, sino por la gracia de Dios.
La Fe en Cristo: La Clave
Pablo nos presenta la solución: "la que es por la fe de Cristo". La fe en Jesucristo es el puente que nos conecta con la justicia de Dios. No es una cuestión de merecerla o ganarla, sino de recibirla como un regalo de gracia. Al creer en Jesús, aceptamos su sacrificio en la cruz como pago por nuestros pecados y nos apropiamos de su justicia perfecta.
La Justicia Imputada
La Biblia nos enseña que la justicia de Cristo nos es imputada, es decir, se nos acredita como si fuera nuestra propia. Es como si Dios nos viera a través de los ojos de Jesús, vistiéndonos con su justicia perfecta, independientemente de nuestras propias imperfecciones.
Viviendo en la Justicia de Dios
Una Nueva Vida
Ser hallado en Cristo con su justicia implica una transformación radical. No se trata de obtener una etiqueta, sino de experimentar una nueva vida. Cuando la justicia de Cristo entra en nuestro corazón, nos libera del poder del pecado y nos capacita para vivir una vida que refleja su carácter.
Una Esperanza Viva
La justicia de Dios nos da una esperanza viva. Sabemos que somos aceptos ante Dios, no por nuestros propios méritos, sino por la gracia de Jesús. Esta esperanza nos permite vivir con libertad, gozo y confianza, sabiendo que nuestra relación con Dios está asegurada por su justicia.
Filipenses 3:9 nos invita a dejar de lado la búsqueda improductiva de nuestra propia justicia y a confiar en la justicia de Dios, que nos es dada por la gracia a través de la fe en Jesucristo. Esta justicia es un regalo inmerecido que nos transforma, nos libera y nos da esperanza. Vivir en la justicia de Dios es vivir en libertad, gozo y paz, reflejando a su vez su carácter y su amor en el mundo.
Preguntas frecuentes sobre Filipenses 3:9
¿Qué significa "ser hallado en él"?
Ser hallado en Cristo significa estar unido a él, ser parte de él y tener su justicia.
¿Qué significa "no teniendo mi propia justicia, que es de la ley"?
Significa que no podemos ser justificados ante Dios por nuestras propias obras o por seguir la ley.
¿Qué significa "la justicia que es por la fe de Cristo"?
Significa que somos justificados ante Dios solo por la fe en Cristo, por su muerte y resurrección.
¿Qué significa "la justicia que es de Dios por la fe"?
Significa que la justicia que obtenemos no es nuestra propia, sino que es un regalo de Dios que recibimos por la fe.