¿Estás listo para el campo de batalla espiritual?
La Preparación para el Conflicto Espiritual
La vida cristiana se asemeja a ser un paracaidista en el ejército: debes estar equipado desde el momento que aterrizas en el campo de batalla. Del mismo modo, Jesús advierte que como creyentes entramos en una zona de guerra espiritual. Pero no nos envía desarmados; nos equipa con su Palabra y el Espíritu Santo.
El Ministerio del Espíritu Santo
En Juan 15:26-16:4a, Jesús presenta al Espíritu Santo como el Ayudante, enviado a testificar acerca de Cristo. Esta enseñanza destaca la importancia de la Trinidad y la unidad en la misión divina. El Espíritu Santo es una persona, no una fuerza, y su papel es fundamental en la vida del creyente.
La Misión Apostólica y el Testimonio
Los discípulos, habiendo estado con Jesús desde el inicio de su ministerio, reciben una llamada apostólica especial. Están destinados a escribir las Escrituras y a dar testimonio de Cristo. Este llamado también se extiende a todos los creyentes, quienes deben dar testimonio de su fe.
La Promesa de Persecución
Jesús no solo advirtió a sus discípulos sobre la persecución inminente sino que también buscó fortalecer su fe. Al igual que en el relato de Juan el Bautista encarcelado, se nos recuerda que las promesas de Dios son firmes y que debemos mantener nuestra confianza en él, incluso en la adversidad.
El Propósito de la Persecución
Curiosamente, la persecución ha servido históricamente como catalizador para el crecimiento de la iglesia. Desde los tiempos de los apóstoles hasta nuestros días, quienes persiguen a los cristianos a menudo piensan que están sirviendo a Dios, sin saber que en realidad están actuando bajo engaño.
El Engaño y la Batalla Espiritual
Este engaño se deriva tanto de una batalla espiritual como de la tendencia humana a ser engañados. Es esencial reconocer que la falta de conocimiento del Padre y de Jesús es la raíz de muchas persecuciones.
Recordar como Disciplina Espiritual
La práctica de recordar las promesas de Dios es crucial para nuestra fe. Es un recordatorio de la soberanía de Cristo y un refugio en tiempos de prueba. Abraham, José, David y muchas otras figuras bíblicas se aferraron a las promesas de Dios a lo largo de sus vidas.
La Esperanza en la Promesa
Finalmente, recordamos que Jesús cumplió sus promesas. Él murió y resucitó, asegurando la redención para aquellos que ponen su fe en él. En nuestras propias luchas y pérdidas, recordar las promesas de Dios alimenta la esperanza, la confianza y la paz.
Recordar y Perseverar
Ante las dificultades, roturas y dolores del mundo, la forma en que sostenemos la verdad es recordando. Recordamos la Palabra de Dios y confiamos en su Espíritu. Esto es lo que nos permite permanecer firmes en la fe y avanzar en nuestra misión espiritual.