La Profunda Advertencia de Mateo 7:22-23
En el corazón del Sermón del Monte, Jesús nos presenta una realidad sorprendentemente inquietante: "Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?'" (Mateo 7:22). Estas palabras, pronunciadas por el mismo Hijo de Dios, nos invitan a reflexionar profundamente sobre la naturaleza de la fe y las obras que la acompañan.
La escena que Jesús describe nos transporta a un futuro juicio, un momento crucial donde cada alma se enfrentará a la verdad eterna. En ese día, muchos se presentarán ante el Señor con una lista impresionante de logros: profecías, exorcismos, milagros. Sin embargo, la respuesta de Jesús es inesperada: "Entonces les declararé: 'Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de iniquidad.'" (Mateo 7:23). ¿Cómo es posible que personas que realizaron tantas obras "piadosas" sean rechazadas por el Señor?
Más Que Obras: El Corazón de la Fe
La Profunda Falacia de las Obras Sin Fe
La respuesta se encuentra en la frase clave: "Nunca os conocí." Jesús no está hablando de un desconocimiento personal, sino de una falta de relación profunda. Las obras que se mencionan en Mateo 7:22, aunque impresionantes, estaban basadas en un conocimiento superficial de Dios. No eran el fruto de un corazón transformado por el amor y la obediencia, sino de un egoísmo religioso que buscaba la aprobación y el reconocimiento humano.
Imaginemos un grupo de personas que realizan milagros, exorcismos y profecías con el objetivo de ganar fama y poder. Sus acciones, aunque aparentan ser espirituales, se basan en un deseo personal de grandeza, no en un amor genuino por Dios y por el prójimo. En su búsqueda de reconocimiento, se olvidan del verdadero significado de la fe, que no es un conjunto de reglas o prácticas, sino una relación personal con Dios basada en la confianza, el amor y la obediencia.
La Importancia del Corazón
Jesús nos enseña que la fe auténtica se refleja en el corazón. No basta con realizar grandes obras en nombre de Dios, sino que es necesario que nuestras acciones estén motivadas por un amor sincero y una profunda convicción interna. "Porque de la abundancia del corazón habla la boca." (Lucas 6:45). En otras palabras, lo que decimos y hacemos es un reflejo de lo que hay en nuestro corazón.
El corazón, como un jardín, puede estar lleno de diferentes semillas: amor, odio, egoísmo, compasión. Si cultivamos semillas de amor y obediencia, nuestro corazón se llenará de fe genuina, la cual se manifestará en nuestras acciones. Pero si cultivamos semillas de egoísmo y ambición, nuestras obras, aunque puedan parecer espirituales, estarán contaminadas por la falsedad y no serán agradables a los ojos de Dios.
La Verdadera Fe en Acción
Reconocer las Obras como un Fruto, No como un Camino
Las obras, como las frutas de un árbol, son el resultado natural de una fe auténtica. Un árbol sano produce frutos abundantes, pero esos frutos no son el objetivo del árbol. De igual manera, las obras que realizamos no deben ser el centro de nuestra fe, sino un reflejo de ella. "Por sus frutos los conoceréis." (Mateo 7:16). Un corazón transformado por la fe genuina dará frutos de amor, compasión, perdón y servicio.
Es importante reconocer que la fe no es un conjunto de reglas o una lista de requisitos. Es una relación personal y dinámica con Dios que se desarrolla a través de la oración, la lectura de la Biblia, la meditación, el servicio y la comunión con otros creyentes. A través de esta relación, nuestro corazón se llena de amor y gracia, lo que nos impulsa a vivir una vida que refleje la voluntad de Dios.
La Importancia del Servicio Desinteresado
Jesús nos invita a ser más que simples observadores de la fe. Nos invita a vivirla en acción, a ser instrumentos de su amor y gracia en el mundo. "En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis." (Mateo 25:40). Servir a los demás, especialmente a los más necesitados, es una expresión tangible de nuestra fe y un testimonio de la transformación que ha operado en nuestro corazón.
Imagine a alguien que dedica su vida a ayudar a los pobres, a los enfermos y a los marginados. Sus acciones, aunque no sean espectaculares, reflejan un corazón lleno de amor y compasión, una fe que se traduce en obras tangibles. En este caso, las obras son un testimonio visible de la transformación interna que ha experimentado.
Conclusión: La Verdadera Fe se Manifiesta en la Obediencia y el Amor
Mateo 7:22-23 nos presenta una advertencia profunda: no basta con realizar obras en nombre de Dios si nuestro corazón no está transformado por su amor y su gracia. La verdadera fe no es un conjunto de reglas o un camino para alcanzar la salvación, sino una relación personal con Dios que se traduce en un corazón transformado, una vida de obediencia y un servicio desinteresado al prójimo. Que nuestras obras sean siempre un testimonio de la transformación que hemos experimentado en nuestro interior, y que nuestro corazón esté siempre dirigido hacia la gloria de Dios.
Preguntas Frecuentes
¿Qué dice Mateo 7:22?
Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"
¿Qué dice Mateo 7:22-23?
Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, ustedes que practican la iniquidad!"
¿Qué significa Mateo 7:22?
Este versículo habla sobre personas que realizarán grandes obras en el nombre de Jesús, pero no tendrán una relación verdadera con Él. Es una advertencia sobre la importancia de la fe genuina y una vida que obedece a Dios.
¿Qué significa Mateo 7:22-23?
Estos versículos nos enseñan que no basta con hacer buenas obras en el nombre de Jesús. Lo que realmente importa es tener una relación personal con Él, obedecer sus enseñanzas y vivir una vida de santidad. La entrada al reino de Dios no se basa en la cantidad de milagros que se hacen, sino en la fe y la obediencia.