El Viaje del Niño Interior: Dejando Atrás las Cosas de Niño

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Todos alguna vez fuimos niños. Recuerdo cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño. Mis emociones eran intensas, mi lógica era simple, y mis prioridades se centraban en el aquí y el ahora. El mundo era un lugar mágico lleno de posibilidades, donde la imaginación reinaba y la lógica era un concepto distante. Era un mundo de juegos, de amigos, de sueños, de una inocencia que a veces anhelamos recuperar.

Evolucionando Más Allá de la Infancia

Pero la vida tiene un ciclo natural, y con el tiempo, dejamos atrás la infancia. Al llegar a la adultez, experimentamos una transformación. Ya no hablamos como niños, ni pensamos como niños. Nuestro entendimiento del mundo se amplía, nuestra lógica se refina, y nuestras prioridades evolucionan. Dejamos atrás las cosas de niño, al menos en apariencia. Sin embargo, esa infancia, con su magia y su inocencia, sigue presente en el fondo de nuestro ser.

Es en este punto donde la sabiduría ancestral de la Biblia nos ofrece una guía invaluable. En 1 Corintios 13:11, leemos: "Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño." Estas palabras resuenan con la experiencia universal del crecimiento y la transformación.

Descifrando las Enseñanzas de 1 Corintios 13:11

El apóstol Pablo nos enseña que la madurez no significa negar nuestra infancia, sino trascenderla. No se trata de olvidar nuestros sueños infantiles, sino de integrar la sabiduría del niño interior en nuestra vida adulta. La clave está en entender que, como adultos, tenemos la responsabilidad de tomar decisiones responsables, de actuar con sabiduría y discernimiento.

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Imaginemos un niño que juega con bloques de construcción. A él le fascina construir torres imponentes, sin importar si son estables o no. En ese momento, la alegría del juego es lo único que importa. Pero a medida que crece, este niño aprende que las estructuras estables son más duraderas. Comprende la importancia de la lógica, de la planificación, de la responsabilidad. No deja de lado su amor por los bloques, pero los utiliza con más sabiduría y propósito.

Manteniendo la Magia del Niño Interior

La vida adulta nos exige ser responsables, tomar decisiones difíciles y enfrentar desafíos. Sin embargo, no debemos olvidar la magia que reside en nuestro niño interior. La creatividad, la imaginación, la capacidad de asombro, la alegría por las cosas simples, son cualidades que debemos cultivar en nuestra vida adulta. Dejar atrás las cosas de niño no significa perder la capacidad de soñar, de sentir alegría, de amar con pasión.

La clave está en encontrar un equilibrio entre la sabiduría de la experiencia y la frescura de la inocencia. Mantener un corazón abierto a las maravillas del mundo, a la alegría del juego, a la belleza de la simpleza, es un regalo que podemos ofrecernos a nosotros mismos.

Una Invitación a la Reflexión

En este viaje de la vida, es importante reflexionar sobre nuestra propia transformación. ¿Qué cosas de niño hemos dejado atrás? ¿Cuáles aún conservamos? ¿Cómo podemos integrar la magia del niño interior en nuestra vida adulta?

Al reflexionar sobre estas preguntas, podemos descubrir un nuevo camino. Un camino que nos permita abrazar tanto la sabiduría del adulto como la inocencia del niño, para vivir una vida plena y significativa, llena de amor, alegría y propósito.

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Preguntas Frecuentes

¿Cuando era niño hablaba como niño?

Sí, hablabas como niño.

¿Cuando era niño pensaba como niño?

Sí, pensabas como niño.

¿Cuando yo era niño?

Cuando eras niño, hablabas, pensabas y razonabas como niño, pero al convertirte en hombre, dejaste las cosas de niño.

1 corintios 13 11

Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño.

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