Las Palabras Duras de Jesús: "Apartaos de mí, malditos" (Mateo 25:41)

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En la Biblia, encontramos un pasaje que, a primera vista, puede parecer cruel e implacable. Se trata de las palabras de Jesús en Mateo 25:41: "Entonces dirá también a los de su izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles'. Estas palabras, pronunciadas en el contexto de la parábola de las ovejas y las cabras, nos presentan un lado de la justicia divina que no siempre es fácil de comprender.

Es importante recordar que estas palabras no son un capricho de un Dios vengativo, sino que reflejan la realidad de un Dios que ama la justicia y la santidad. El fuego eterno simboliza la separación eterna de Dios, un estado de sufrimiento y angustia que representa la consecuencia natural del pecado.

¿Quiénes son los "malditos"?

La frase "apartaos de mí, malditos" nos lleva a preguntarnos: ¿quiénes son los "malditos"? En el contexto de la parábola, se refieren a aquellos que no hicieron el bien a los necesitados, quienes rechazaron la oportunidad de mostrar amor y compasión. No se trata simplemente de actos de maldad, sino de una falta de compromiso con la justicia y la misericordia. ¿Cómo se aplica esto a nuestra vida?

Es fácil pensar que estos "malditos" son personas que cometen crímenes atroces o viven vidas totalmente dedicadas al mal. Sin embargo, el mensaje bíblico es más complejo. Todos podemos caer en la trampa de la indiferencia, de la falta de compasión hacia el que sufre, de la negligencia hacia las necesidades de los demás. La indiferencia puede ser una forma sutil de maldad que, si no es corregida, puede llevarnos a un camino de separación de Dios.

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El llamado a la acción: "Hagan esto"

En la parábola de las ovejas y las cabras, Jesús no solo describe el destino de los "malditos", sino que también presenta una alternativa: "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí" (Mateo 25:35-36). Estas palabras nos muestran que la salvación no se alcanza por obras, sino por la actitud del corazón.

El llamado a la acción no es "evitar ser maldito", sino más bien "hacer el bien". Es decir, no se trata de un actuar para obtener la aprobación de Dios, sino de una respuesta natural al amor que Él ya nos ha demostrado. Amar al prójimo, mostrar compasión y justicia, y actuar con generosidad son formas de manifestar nuestro amor a Dios y de acercarnos a Él.

¿Qué significa "fuego eterno"?

La frase "fuego eterno" es una imagen poderosa que evoca un estado de sufrimiento y separación eterna de Dios. No es una descripción literal de un lugar físico, sino una metáfora que nos ayuda a entender la realidad de la separación del amor y la gracia de Dios.

El fuego eterno no es un castigo arbitrario, sino la consecuencia natural de la elección de vivir en rebeldía contra Dios. Es la separación del amor y la presencia de Dios, un estado de vacío y angustia que representa la pérdida de la vida plena y la comunión con el Creador. La idea de separación de Dios, aunque pueda ser difícil de comprender, es un concepto central en la Biblia.

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Conclusión: una llamada a la reflexión

Las palabras "Apartaos de mí, malditos" son una llamada a la reflexión profunda. No son un juicio condenatorio, sino una invitación a examinarnos a nosotros mismos y a nuestras acciones. ¿Estamos viviendo una vida de amor y compasión? ¿Estamos trabajando por la justicia y la misericordia? ¿Estamos respondiendo al llamado de Dios de servir a los demás? La respuesta a estas preguntas determinará nuestro destino.

La parábola de las ovejas y las cabras nos recuerda que el amor verdadero se expresa en acciones concretas. No basta con decir que creemos en Dios; debemos demostrarlo con nuestra vida. El llamado a la acción es claro: "Hagan esto" (Mateo 25:40). Es a través de la acción, la compasión y la justicia que encontramos la verdadera vida y la comunión con Dios.

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